Mi nombre es Constanza
Daniela Narváez Barja, nací un día sábado de invierno 21 de julio de 1990, a las 15:45 horas, en la
Clínica Alemana ubicada en el Cerro Alegre de la ciudad de Valparaíso, Chile. Mi
madre se llama Patricia Jenny Barja Jara
y mi padre Demetrio Augusto Narváez Jofré, llevan ya 31 años de matrimonio,
ellos son muy unidos, y a pesar de que no pasen mucho tiempo juntos, debido a
que mi padre viaja bastante por motivos de trabajo, siempre se demuestran mutuamente lo mucho que se aman. Tengo un hermano llamado Pablo Augusto
Narváez Barja, él hoy en día tiene 28 años, es kinesiólogo y es un excelente
profesional, que siempre busca mejorar como tal.
Junto a mi familia vivíamos
en Valparaíso en el cerro Playa Ancha, un lugar muy bonito y pintoresco pero de
un clima un poco frío con vientos fuertes y húmedos.
Cuando pequeña era una niña
muy curiosa y me gustaba aprender muchas cosas, es por esto que cuando tenía 4
años ingresé al jardín “El Grillito”,
que quedaba al frente de mi casa, a pesar de que fue hace mucho tiempo aún
recuerdo a las tías y sobretodo a mis compañeros, especialmente de uno, quien
creo que fue mi primer amor, y apenas llegaba al jardín me perseguía para
abrazarme y darme besos, se llamaba Maximiliano Sáez, y recuerdo que hablábamos todos los fines de
semana por teléfono, ya que no nos veíamos, era un niño muy divertido,
simpático y guapo. Luego a los 5 años, ingresé a Kínder en el Colegio Santo
Domingo de Guzmán, ubicado en Playa Ancha, donde tuve una experiencia distinta
ya que era una colegio donde habían mucho más alumnos y la dinámica era
distinta a la de un jardín infantil. En este colegio fui una participante
activa en los actos que se realizaban para celebrar diferentes acontecimientos.
Cuando tenía 6 años con mi
familia nos mudamos a Viña del Mar, a nuestra casa propia, que construimos con
mucho esfuerzo y cariño, es una casa muy linda, amplia y con un patio muy
grande, donde tenemos muchos árboles frutales y plantas, también tenemos dos
columpios que mi padre instaló para mi hermano y para mí. Debido al cambio de
casa tuve que cambiarme también de colegio e ingresé a 1º año básico en el
Colegio Nuestra Señora de Lourdes, ubicado en Miraflores, al frente de la
Iglesia de piedra. En este colegio estuve desde 1º básico hasta 4º medio, donde
conocí a grandes compañeros que hoy en día son grandes personas, también
recuerdo a todos mis profesores, ya que marcaron en mí grandes momentos de
enseñanza. Al finalizar mi etapa escolar con mis compañeros realizamos una fiesta
de graduación, la cual celebramos en el Hotel Marina del Rey, donde pudimos
compartir una cena y una fiesta muy hermosa junto a nuestras familias y amigos.
En el año 2009 ingresé a la
carrera de Kinesiología en la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar. Estuve
estudiando durante 2 años, cuando al tener mis prácticas me di cuenta que
realmente no era mi vocación, y el último semestre me dediqué a averiguar de
otras carreras, y finalmente me decidí por Educación General Básica, ya que me
di cuenta que siempre estuve vinculada con esta carrera porque siempre le
enseñaba a mis compañeros cuando no entendían algo, y cuando estudiaba
Kinesiología, hacía clases particulares a niños que les iba mal en el colegio,
quienes mejoraban su rendimiento, y me pude dar cuenta que realmente me
apasionaba enseñar.
En el año 2011, ingresé a la
carrera de Educación General Básica, y he tenido muy buenos resultados en las
asignaturas hasta en la actualidad, también he disfrutado mucho de todas mis
prácticas, las que han corroborado la vocación de la profesión que escogí.
Durante 4 años tuve una
relación amorosa que significó mucho en mi vida, ya que con él viví nuevas
experiencias, y creo que con esta persona conocí realmente lo que es el amor.
Un hermoso día de verano, miércoles 1 de febrero del 2012, nació Lucas Martín,
que hoy tiene 1 año y 4 meses, fruto de nuestra relación.
Al ser madre cambió mucho mi
vida, ya que adquirí una gran responsabilidad, no existe explicación del
sentimiento que es llevar un hijo dentro del vientre, sólo otra madre podría
entenderlo, sentir sus pataditas, o
simplemente ver como tu vientre crece día a día. Cuando por primera vez
vi su carita me enamoré de él, sentí un amor tan profundo e inexplicable, y me
di cuenta que nunca más estaría sola,
porque una madre es madre para siempre. Hoy puedo disfrutar de todos sus
logros, sus primeros pasos, sus primeras palabras, sus caricias, realmente es
una personita que llena mi vida de alegría y felicidad, con él tengo una
conexión especial, ya que sólo somos los dos, debido a que su padre decidió
perder este vinculo con nosotros. A pesar de lo mucho que sufrí debido a mi
inestabilidad emocional con el papá de mi hijo, puedo decir que crecí mucho como persona y sobretodo como
mujer, soy una persona sumamente feliz,
y me encanta llegar a casa de la universidad, y saber que mi pequeño me espera
con una sonrisa de oreja a oreja, llamándome “ahí eta Mamá”, eso es el tesoro
más grande, que hace palpitar mi corazón a diario.
Espero terminar con éxito
mis estudios, y llegar a ser una gran profesora, capacitándome constantemente,
para así crecer como profesional, en beneficio de todos los niños y niñas, de
los que sea partícipe de su aprendizaje. Y salir adelante junto a mi hijo,
darle una vida plena y hacerlo inmensamente feliz, a pesar de las dificultades
que se nos presenten.